Y me llamaron los pájaros
en racimos dispendiados
buscando lecho nocturno
en un tránsito incesante
de alborotado canto
que me llamó despacio
Acudí a su llamada
y bebí entre sus alas
la sonora algarabía
hasta escuchar al sol
tras los dulces jazmines
que me llamó despacio
Acudí a su llamada
que tiñó en oro y bronce
los fluidos de azogue
y del Nilo en su ascenso
sorbí un último rayo
que me llamó despacio
Acudí a su llamada
y al apagarse el día
se hizo entonces visible
el perfil de una vela
y, en la proa, aquel ojo
que me llamó despacio
Acudí a su llamada
capitán sobre el astro
que al cielo bajaba
prendiste un lucero
encendiendo la noche
que me llamó despacio
Acudí a su llamada
ya dormían los pájaros
los heraldos: un niño
un carruaje, un caballo
y la alfalfa, el herbaje
que me llamó despacio
Acudí a su llamada
en común lengua ajena
me enseñabas tu idioma
rezumaba tu boca
una risa tan dulce
que me llamó despacio
Acudí a su llamada
al arrullo del jazmín en la piel
despertaron los pájaros
y se incendió tu almohada
y el río se vistió de un azul
que me llamó despacio
Acudí a su llamada
y al decirla tú, entonces
desde el líquido verbo
en añil y esmeralda
degusté una palabra
que me llamó despacio
Acudí a su llamada
lisi prada